A relaxing cup of café con leche in plaza Mayor y un discurso en inglés de andar por casa frente al COI. Todo ello ha entrañado una mascletà fragorosa de vilipendios hacia Ana Botella, la alcaldesa de Madrid. Si bien no siento por ella ninguna devoción ni interés, siquiera, me gustaría aprovechar su discurso tan anecdótico como ecléctico para plantear varias cuestiones.
Para empezar, no cabe duda de que el nivel de lenguas extranjeras de nuestros políticos es lamentable, lo que, pese a la existencia de intérpretes, perjudica en cierta medida las relaciones internacionales. La alcaldesa de Madrid quizá provocó las risas y la vergüenza ajena a su auditorio, pero ¿acaso no demostró su valentía a la hora de enfrentarse con un idioma desconocido y en un contexto de gran envergadura? Además, era evidente que las menciones en castellano de "café con leche" o "plaza Mayor" fueron a propósito, pues quería colorear el discurso con un toque español. Y, puestos a criticar, las pullas deberían ir en dirección Rajoy y su nulo crédito, pues ¿cómo se le ocurrió argumentar que España merecía organizar los JJOO de 2020 como premio a la austeridad y las penurias provocadas por la crisis? A lo mejor habría que agradecer sus medidas ineficaces contra la situación económica, pero yo me niego. "Merkel, ya sabes, si quieres llevarte los JJOO 24 para casa, montas una crisis bestial y ya tienes méritos para conseguirlo", diría Mariano Rajoy a la canciller en español, por supuesto. El efecto va a ser el mismo: indiferencia. Por suerte, Pau Gasol, el Príncipe de Asturias y el presidente de Comité Olímpico Español demostraron que en España hay un sector que domina el inglés, lo que por desgracia no representa a la toda población española.
Con otras palabras, los españoles no se caracterizan precisamente por dominar el inglés, ni por conocer otras lenguas. Teniendo en cuenta varios estudios y sondeos, sólo un 5% de los españoles se comunican con fluidez en este idioma; más del 90% afirma que ésta es su asignatura pendiente y que el miedo al ridículo es un gran inconveniente a la hora de estudiar una lengua extranjera. Si bien el 40% de la población adulta contempla la importancia de los idiomas, sólo el 6% los estudia de manera activa. Según los últimos resultados del CIS, el 63% reconoce no hablar bien inglés frente a un 23% que afirma manejarlo con cierta solvencia. Por tanto, ¿no es el discurso de Ana Botella una muestra fiel de la gran mayoría de españoles en cuanto a su relación con el inglés? Hablamos de ella, pero perfectamente podríamos mencionar otros políticos, ya que alrededor del 80% de la élite política admite su deficiencia con los idiomas.
Después de mostraros tales datos estadísticos, es indispensable citar la actitud con que muchos estudiantes de nuestro país encaran los estudios. Abogados, médicos, ingenieros o biólogos, o más bien, una gran parte para ser justos, postergan la preparación del examen hasta la última semana, y eso siendo optimista. Las cifras de fracaso escolar se pueden definir como sonrojantes y los números del absentismo escolar sólo pueden describirse como alarmantes. Entonces, ¿por qué la sociedad la escarnia? ¿No será que, al igual que las comedias nos provocan risa por sentirnos reflejados en los personajes, la población española se identifica tanto con la alcaldesa de Madrid que por eso no puede contener la carcajada?
Desde este modesto blog, apelo a la empatía y a la capacidad de reconocer los errores propios, ya que, sólo aparcando la hipocresía y el sensacionalismo conseguiremos respetar al prójimo y, sin duda, a nosotros mismos. No obstante, me resulta absurdo y ridículo que el gobierno y los españoles en general no hagan gran cosa por mejorar el nivel de inglés en los ciudadanos y, sobre todo, el de los políticos que nos representan, ya que la buena imagen del país y, en consecuencia, la prosperidad española quedan convertidas en una aspiración irrealizable, en nada más que una ficticia utopía.
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