En las postrimerías del estío, con un más que agonizante mes de agosto, escribo esta entrada sobre el verano. No tranquilos, no se trata de plasmar mis pensamientos en un texto extenso con aspiraciones a somnífero sin receta médica.
Entre noches de poker y partidas de brisca, entre algún que otro partidillo de voley playa improvisado, entre intentos de conversaciones frustrados con guiris, entre paseos en bicicleta a lo "verano azul" o entre conciertos, ha transcurrido el verano. Otro más, y ya son dieciocho veranos. Cada uno distinto, cada uno imprescindible. Esta vez lo indispensable ha sido saborear los momentos como si no hubiera mañana, porque, junto con una buena dosis de autoestima, en las pequeñas cosas y en las grandes personas se encuentra la felicidad. También ayuda que tales factores se hayan hilvanado con circunstancias oportunas: chapuzones junto amigos, algunas conversaciones profundas, y otras más bien absurdas... Y, bueno, y muchas anécdotas y situaciones más privadas, y otras que, a pesar de ser fácilmente confesables, no se pueden escribir, ya que la entrada sería kilométrica.
Por desgracia, todo el verano ha pasado con la misma velocidad que la electricidad por un circuito eléctrico. Así que, prefiero quedarme con la idea de "si cuando algo acaba, fastidia, eso sólo puede significar que lo pasamos bien".
(Si pinchas en los títulos de las canciones y los artísticas, podrás escuchar los temas)
Aunque, como canción del verano es mala, pésima, que eso es decir demasiado, debía estar aquí. En las radios, en la televisión, en los móviles de los amigos, en las discotecas. En resumen, en todos los lados ha sonado, por lo que, muy a mi pesar, tiene un sabor a verano 2013 ineludible.
Con ocho años bailaba como un loco "Que la detenga", tenía hasta su gracia, y más aún por lo que suponía hacerlo entre amistades y compañeros de la "escuela de verano", un programa destinado a los niños y a los jóvenes, para que se entretengan por medio de excursiones, manualidades y momentos épicos. Lo malo es que para Civera nada ha cambiado, o casi nada. Entre lo inamovible está por ejemplo este tema, tan pegadizo, tan veraniego, pero tan sonrojante como casi todos los de este cantante. Eso sí, el cantante me transmite mucha autenticidad y alegría, por lo que me alegra que le vayan bien las cosas.
Sí, Camela. Como lo véis. Dos amigos la pusieron en el móvil. Yo me quedé con la misma cara que ahora mismo vosotros estaréis poniendo. Y, la sorpresa aumenta con un dato: la canción tiene más de seis años. Es muy friki, pero bueno yo no tengo la culpa de todos los delirios estivales.
Y, a mitad de la canícula, fui al Playa 40 Pop y allí estaba Edurne, que siempre me ha caído muy bien. Me recuerda a una amiga que adora a esta madrileña. Y, bueno, en general, me evoca a aquel concierto y a la noche en sí misma. La canción no está tan mal, o al menos no tan mal, como su pronunciación en inglés.
Hace más de dos años que no piso Francia y el mismo tiempo me separa de grandes amigos, grandes anécdotas y el mes más bonito e intenso de mi vida. Pero, Francia siempre está en mí. Y, esta vez no sólo para mí, sino para muchísima gente de la mano de este grupo, con ese rollo tan setentero. La conoceréis de sobra, pero escuchadla una otra vez, porque la música siempre permanecerá, mientras los veranos se marchitan con una pasmosa rapidez.
En realidad, ya está algo pasada de moda, pero el tiempo pone a las cosas en su sitio, y esta vez el tiempo ha sido un buen aliado para el tema, ya que ese puente y la garra de la canción me han embelesado durante tardes y acompañado en mis tareas domésticas.
Aunque no sea de mis favoritas de Guetta, me hace acordarme de varias personas y de algún que otro bailecito, o desafortunado movimiento del esqueleto con una carencia de ritmo tremenda.
Otra vez la culpa la tuvo el Playa 40 Pop. Uno de los artistas invitados subió al escenario y, aunque la canción no destaca por su calidez y por ser trascendental, no voy a negar que me llamó la atención por esos constantes cambios de registro (combina la electrónica con la balada). Entonces, le pregunté a una chica cómo se llamaba el cantante, y desde este instante, no he parado de escucharla en Youtube. Sí, ya sé que todo mortal guardaría esa confesión bajo llave, pero... ¡ya lo he dicho!
Aunque prefiero a Madonna, Lady Gaga me llama la atención desde Bad Romance. Por esa razón, tenía ganas de escuchar a Applause, un tema que me ha acompañado durante las últimas dos semanas del mes. La escuchaba, sobre todo, mientras escribía un relato.
Optimismo, poder evocador, agradecimiento, fiesta, verano. Tantas cosas me transmite Pokora y, más aún, en Merci d'être, que no he podido resistir a ponerla en la segunda posición. Digamos que es el retrato más fiel de mis momentos de subidón y júbilo extremo veraniegos.
Reflexión, nostalgia, noche, soledad buscada, sentimientos, romanticismo, amor. ¡Tantas recuerdos! Si la anterior era el retrato de lo más alegre del verano, ésta refleja a la perfección mis momentos de intimidad, de introspección. Pero, supongo que no seré el único, ¿verdad?
Pues, nada. Muy poco le queda a septiembre, pero por mucho que el frío, la rutina y las obligaciones llamen a la puerta, nada ni nadie conseguirá que olvide uno de los veranos más felices de mi vida, y las canciones son una gran ayuda para tal empresa.
¡Anímate y dinos cuáles han sido tus canciones del verano!
¡Anímate y dinos cuáles han sido tus canciones del verano!
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