Si en la primera parte hemos analizado
los errores que se dieron en las dos temporadas, esta vez vamos a
analizar los propios de cada season, como dirían los
americanos.
DEBILIDADES DE LA PRIMERA TEMPORADA
1.Un escenario manierista con
pretensiones de espectacularidad.
Demasiada
ostentación, demasiadas estructuras chachi-guays,
y mucha confusión. Tal vez algo más sencillito, pero
funcional hubiera dado mejor resultado. Parecía un conjunto de
chapas, andamios y escaleras por ahí, puestas al azar. Artístico
fue lo que propuso Alemania en el Festival de Eurovisión 2011. Ya sé
que para ello se necesitaría un presupuesto astronómico, pero no me
refiero al escenario en sí. Sino en la idea de que la pantalla de
LED era amplia, pero sin virguerías innecesarias.
Además, en El Número Uno
las puestas en escena eran demasiado pomposas.
Coreografías trabajadas y un equipo de
bailarines y bailarinas que, si bien enriquecían las
actuaciones, parecían estar sólo para
“animar” los instintos más básicos de carpeteras y macarras.
Tanto ellas como ellos desfilaban prácticamente desnudos. En algún
momento sentí que estaba viendo algún desfile de bikinis y
bañadores. De todos modos, como estrategia de marketing es lícita.
Pero, los responsables no pronosticaron
por desgracia que tantos excesos podían atravesar de la barrera del
enriquecer una perfomance (¿qué
me pasa hoy con los anglicismos? ¡si siempre los evito!), e incluso,
llegar a resultar empalagosos, cargantes. Para no repetirme más
tarde, se podría decir que en la segunda edición ocurrió lo mismo,
pero con algo más de mesura. Sólo un poco más, lo que no era tan
complicado. Pero, me temo que la razón se debía a un tijeratazo
tremendo en el presupuesto del programa.
2. La soberbia y
unas expectativas enormes.
En la
rueda de prensa, afirmaban los responsables y una eufórica
presentadora que aquel programa revolucionaría la televisión. Y,
claro, cuando uno pronostica grandes cosas, las
expectativas creadas son tas enormes como irrealizables.
Por tanto, me decepcionó en cierta medida, ya que la repercusión
social y mediática de OT o GH no estaba por ningún lado. De todos
modos, está claro que lo que escribo no es más que una mera
opinión. Eso no significa que califique el programa de malo. No.
Todo lo contrario. Su
profesionalidad era incuestionable; el casting era fantástico.
En esto de “tenemos a los mejores (talents)” era verdad. Pero,
cuando la máquina comienza a cojear en varias partes, las otras
también se ven perjudicadas. Y, ¿qué es mejor La Voz
o El Número Uno?
Personalmente, me quedo con la segunda opción, aunque es cierto que
las audiciones a ciegas me gustaron muchísimo, pero las últimas se
hacían algo pesadas. Aunque, de esto ya hablaré en una nueva
entrada.
DEBILIDADES DE LA
SEGUNDA TEMPORADA
1. Un casting
extravagante.
Raul
Gómez, Gio, Joss, Telva y Emma.
Me
sorprendieron.
Tenían
frescura, personalidad y talento. Cada uno a su manera.
De los otros cinco, no puedo decir nada positivo. Sebastián
transmitía esa pasión por la música y su buenhacer, pero no
sobresalía. Lorena, que por desgracia se fue la primera, me gustó
sin más, pero estaba claro que iba de diva eurosiva, y eso ya está
muy visto. De todos modos, según mi humilde parecer, tiene un
vozarrón y aptitudes, por lo que si se replanteara un poco mejor el
rumbo de su carrera musical, probablemente no le iría mal. El
imitador de Manuel Carrasco, o lo que es lo mismo, Rafa, lo hacía
muy bien: idéntico al concursante de OT 2, pero es cuando un artista
suena igual que el otro y su estilo es exactamente igual al otro, eso
significa que es prescindible. Luego, estaba Irma y su soberbia, que
le quitaba todo el mérito artístico por su carácter. Y la de
Sangonera (Murcia), Maribel, me dio bastante pereza. Quería
empatizar con el público tanto y ser cariñosa, que me transmitió
desconfianza. Reconozco que no entiendo de flamenco ni de copla, pero
una cosa es, por ejemplo, Diana Navarro, que tiene un arte tremendo y
una capacidad de fusionar estilos admirable, y otra cosa era esta
muchacha. Que no digo que lo hiciera mal, pero no sobresalía entre
todas las aspirantes a folclóricas del país.
Con
todo, a pesar del acierto en algunos de ellos, parecía
aquello un casting de Gran Hermano.
Maribel la Aspirante a folclórica, Joss el Boy Scouts,
Raul
Gómez el Nerd
(o Chico del violín), Gio el Friki, Irma la Mala, Malísima... El
programa potenció demasiado los problemas personales de cada uno, en
lugar de su vena artística. En conjunto eran muy extravagantes y no
parecieron tan “serios” como los otros.
Raul
poseía un potencial enorme y una voz carismática,
pero tal vez le favoreciera ser algo más extrovertido. No obstante,
confieso que admiro el coraje de presentar a un casting para una
cadena de televisión nacional y no sólo controlar los nervios, sino
brillar. Joss me cayó fenomenal desde el principio, pero a medida
que avanzaba el programa involucionó y en lugar de recordarlo por su
ángel y potencia en el escenario, mi mente acabó por archivarlo
como “el que se fue de casa con un pijama y lo pasó muy mal”.
Gio me impactó tanto que en su primera aparición no sabía si era
una broma o si su actuación iba en serio. Progresivamente, fui
tomando consciencia de que la segunda opción era la respuesta, en
tanto que espera con ansía su actuación semanal, pero, o bien por
los temas que escogía, o bien por no ofrecer nada nuevo, a la cuarta
semana me dejó de interesar. Eso sí, revolucionario, transgresor y
showman como ninguno.
2. Pésimo día
de emisión, carencia de ritmo y errores muy graves.
Cualquiera
sin entender nada de programación televisiva no se le pasaría por
la cabeza colocar este programa un viernes. Pero, Antena 3 lo tuvo
claro: había
que cargarse el programa como fuera.
Con esa filosofía kamikaze lo colocaran en esa noche en la que las
carpeteras, su público potencial, se va de botellón. Y, como a
ellas les gusta más un cubata que a un tonto un lápiz, pues la
audiencia fue discreta, casi sonrojante. La
media de la edición no superó el 12%.
No obstante, lo tenían complicado. Un día, Masterchef; otro, Gran
Hermano; otro, posiblemente otra ración del reality; y otro Hay
una cosa que te quiero decir.
Sin contar los fines los fines de semana, les quedaba el viernes, una
noche donde los programas del corazón (en esta caso, Sálvame) han
estado muy asentados. Para más inri, un
talent no se puede entrenar en junio,
porque la gente le apetece salir de casa y no quedarse bien a unos
concursantes, que tengan más o menos talento no van a trascender más
allá del programa.
Si a
este le sumas que las
emisiones se hacían soporíferas,
largas hasta decir “cambio de canal”, que también había fallos
gravísimos, entonces apaga y vámonos. Un día se funden los plomos
y todo el escenario se quedan sin luz. Otras veces el pinganillo le
juega un mala pasada a la presentadora, y el resto andaba perdida,
casi tanto como los rótulos del programa, que o no llegaban a
tiempo, o llegaban con demasiado tiempo, o no llegaban simplemente...
¡O hasta mal escritos! Para el próximo talent show de Antena 3,
pueden llamar a Bob Esponja, porque peor imposible.
3. Una edición
gafe y abreviada. Sólo 6 emisiones.
La
confianza de la cadena era tan escasa
que sólo encargaron seis programas, ni la mitad que en la primera
edición. La evolución (y la involución, en algunos) era casi
imperceptible, por lo que era muy
difícil encariñarse de ellos.
En la
primera emisión David Bustamante hizo novillos; en la segunda, la
presentadora se siente indispuesta, por lo que la sustituye Manel
Fuentes, que en menos de veinticuatro horas se tuvo que preparar para
acudir al programa. Y, siendo sincero, lo hizo de perlas. Presentó
con solvencia, a pesar de algún despiste, que, dicho sea de paso,
estaba justificado. ¿Haber quien es el guapo que se estudia el guión
de un programa de unas cuatro horas en menos de un día sin cometer
ningún error? Incluso, me atrevo a decir que estaba más en su salsa
en El Número Uno que en Tu Cara me suena. En definitiva, miembros
del jurado y presentadores que parecían estar de paso.
Iban y venían, iban y venían.
Y, hasta aquí, la
segunda parte. Próximamente, publicaré una tercera parte en la que
expondré los grandes aciertos y los concursantes más célebres del
concurso.
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