martes, 27 de agosto de 2013

¿Por Qué Fracasó El Número Uno? (2ª Parte)

Si en la primera parte hemos analizado los errores que se dieron en las dos temporadas, esta vez vamos a analizar los propios de cada season, como dirían los americanos.

DEBILIDADES DE LA PRIMERA TEMPORADA
1.Un escenario manierista con pretensiones de espectacularidad.
Demasiada ostentación, demasiadas estructuras chachi-guays, y mucha confusión. Tal vez algo más sencillito, pero funcional hubiera dado mejor resultado. Parecía un conjunto de chapas, andamios y escaleras por ahí, puestas al azar. Artístico fue lo que propuso Alemania en el Festival de Eurovisión 2011. Ya sé que para ello se necesitaría un presupuesto astronómico, pero no me refiero al escenario en sí. Sino en la idea de que la pantalla de LED era amplia, pero sin virguerías innecesarias.

Además, en El Número Uno las puestas en escena eran demasiado pomposas. Coreografías trabajadas y un equipo de bailarines y bailarinas que, si bien enriquecían las actuaciones, parecían estar sólo para “animar” los instintos más básicos de carpeteras y macarras. Tanto ellas como ellos desfilaban prácticamente desnudos. En algún momento sentí que estaba viendo algún desfile de bikinis y bañadores. De todos modos, como estrategia de marketing es lícita.

Pero, los responsables no pronosticaron por desgracia que tantos excesos podían atravesar de la barrera del enriquecer una perfomance (¿qué me pasa hoy con los anglicismos? ¡si siempre los evito!), e incluso, llegar a resultar empalagosos, cargantes. Para no repetirme más tarde, se podría decir que en la segunda edición ocurrió lo mismo, pero con algo más de mesura. Sólo un poco más, lo que no era tan complicado. Pero, me temo que la razón se debía a un tijeratazo tremendo en el presupuesto del programa.

2. La soberbia y unas expectativas enormes.
En la rueda de prensa, afirmaban los responsables y una eufórica presentadora que aquel programa revolucionaría la televisión. Y, claro, cuando uno pronostica grandes cosas, las expectativas creadas son tas enormes como irrealizables. Por tanto, me decepcionó en cierta medida, ya que la repercusión social y mediática de OT o GH no estaba por ningún lado. De todos modos, está claro que lo que escribo no es más que una mera opinión. Eso no significa que califique el programa de malo. No. Todo lo contrario. Su profesionalidad era incuestionable; el casting era fantástico. En esto de “tenemos a los mejores (talents)” era verdad. Pero, cuando la máquina comienza a cojear en varias partes, las otras también se ven perjudicadas. Y, ¿qué es mejor La Voz o El Número Uno? Personalmente, me quedo con la segunda opción, aunque es cierto que las audiciones a ciegas me gustaron muchísimo, pero las últimas se hacían algo pesadas. Aunque, de esto ya hablaré en una nueva entrada.

DEBILIDADES DE LA SEGUNDA TEMPORADA
1. Un casting extravagante.
Raul Gómez, Gio, Joss, Telva y Emma. Me sorprendieron. Tenían frescura, personalidad y talento. Cada uno a su manera. De los otros cinco, no puedo decir nada positivo. Sebastián transmitía esa pasión por la música y su buenhacer, pero no sobresalía. Lorena, que por desgracia se fue la primera, me gustó sin más, pero estaba claro que iba de diva eurosiva, y eso ya está muy visto. De todos modos, según mi humilde parecer, tiene un vozarrón y aptitudes, por lo que si se replanteara un poco mejor el rumbo de su carrera musical, probablemente no le iría mal. El imitador de Manuel Carrasco, o lo que es lo mismo, Rafa, lo hacía muy bien: idéntico al concursante de OT 2, pero es cuando un artista suena igual que el otro y su estilo es exactamente igual al otro, eso significa que es prescindible. Luego, estaba Irma y su soberbia, que le quitaba todo el mérito artístico por su carácter. Y la de Sangonera (Murcia), Maribel, me dio bastante pereza. Quería empatizar con el público tanto y ser cariñosa, que me transmitió desconfianza. Reconozco que no entiendo de flamenco ni de copla, pero una cosa es, por ejemplo, Diana Navarro, que tiene un arte tremendo y una capacidad de fusionar estilos admirable, y otra cosa era esta muchacha. Que no digo que lo hiciera mal, pero no sobresalía entre todas las aspirantes a folclóricas del país.

Con todo, a pesar del acierto en algunos de ellos, parecía aquello un casting de Gran Hermano. Maribel la Aspirante a folclórica, Joss el Boy Scouts, Raul Gómez el Nerd (o Chico del violín), Gio el Friki, Irma la Mala, Malísima... El programa potenció demasiado los problemas personales de cada uno, en lugar de su vena artística. En conjunto eran muy extravagantes y no parecieron tan “serios” como los otros.

Raul poseía un potencial enorme y una voz carismática, pero tal vez le favoreciera ser algo más extrovertido. No obstante, confieso que admiro el coraje de presentar a un casting para una cadena de televisión nacional y no sólo controlar los nervios, sino brillar. Joss me cayó fenomenal desde el principio, pero a medida que avanzaba el programa involucionó y en lugar de recordarlo por su ángel y potencia en el escenario, mi mente acabó por archivarlo como “el que se fue de casa con un pijama y lo pasó muy mal”. Gio me impactó tanto que en su primera aparición no sabía si era una broma o si su actuación iba en serio. Progresivamente, fui tomando consciencia de que la segunda opción era la respuesta, en tanto que espera con ansía su actuación semanal, pero, o bien por los temas que escogía, o bien por no ofrecer nada nuevo, a la cuarta semana me dejó de interesar. Eso sí, revolucionario, transgresor y showman como ninguno.

2. Pésimo día de emisión, carencia de ritmo y errores muy graves.
Cualquiera sin entender nada de programación televisiva no se le pasaría por la cabeza colocar este programa un viernes. Pero, Antena 3 lo tuvo claro: había que cargarse el programa como fuera. Con esa filosofía kamikaze lo colocaran en esa noche en la que las carpeteras, su público potencial, se va de botellón. Y, como a ellas les gusta más un cubata que a un tonto un lápiz, pues la audiencia fue discreta, casi sonrojante. La media de la edición no superó el 12%. No obstante, lo tenían complicado. Un día, Masterchef; otro, Gran Hermano; otro, posiblemente otra ración del reality; y otro Hay una cosa que te quiero decir. Sin contar los fines los fines de semana, les quedaba el viernes, una noche donde los programas del corazón (en esta caso, Sálvame) han estado muy asentados. Para más inri, un talent no se puede entrenar en junio, porque la gente le apetece salir de casa y no quedarse bien a unos concursantes, que tengan más o menos talento no van a trascender más allá del programa.

Si a este le sumas que las emisiones se hacían soporíferas, largas hasta decir “cambio de canal”, que también había fallos gravísimos, entonces apaga y vámonos. Un día se funden los plomos y todo el escenario se quedan sin luz. Otras veces el pinganillo le juega un mala pasada a la presentadora, y el resto andaba perdida, casi tanto como los rótulos del programa, que o no llegaban a tiempo, o llegaban con demasiado tiempo, o no llegaban simplemente... ¡O hasta mal escritos! Para el próximo talent show de Antena 3, pueden llamar a Bob Esponja, porque peor imposible.

3. Una edición gafe y abreviada. Sólo 6 emisiones.
La confianza de la cadena era tan escasa que sólo encargaron seis programas, ni la mitad que en la primera edición. La evolución (y la involución, en algunos) era casi imperceptible, por lo que era muy difícil encariñarse de ellos.

En la primera emisión David Bustamante hizo novillos; en la segunda, la presentadora se siente indispuesta, por lo que la sustituye Manel Fuentes, que en menos de veinticuatro horas se tuvo que preparar para acudir al programa. Y, siendo sincero, lo hizo de perlas. Presentó con solvencia, a pesar de algún despiste, que, dicho sea de paso, estaba justificado. ¿Haber quien es el guapo que se estudia el guión de un programa de unas cuatro horas en menos de un día sin cometer ningún error? Incluso, me atrevo a decir que estaba más en su salsa en El Número Uno que en Tu Cara me suena. En definitiva, miembros del jurado y presentadores que parecían estar de paso. Iban y venían, iban y venían.

Y, hasta aquí, la segunda parte. Próximamente, publicaré una tercera parte en la que expondré los grandes aciertos y los concursantes más célebres del concurso.

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