Anoche Atresmedia y Mediaset desenvainaron sus espadas para enfrentarse a un lunes, cuando menos, intenso, televisivamente hablando. Dos ficciones españolas se estrenaban. Cada una con una temática, una estrategia de promoción y un share radicalmente opuestos. Por un lado, Velvet recrea el mundo opulento de unas galerías de alta costura donde se cuecen distintas intrigas, enfrentamientos y silencios impuestos en medio de una historia de amor imposible entre un joven experimentado y rico, que se hace con el mando de la empresa, y una guapa costurera. Éstos batallarán contra una sociedad que no permite que un hombre se case con una mujer, de estrato inferior. Por otro lado, De boca en boca (B&B) aborda cómo una revista intenta esquivar las dificultades económicas.
La estrategia de Antena 3 consistió en estrenar el capítulo íntegro en lugar de un avance, como había anunciado, y en solapar El Hormiguero, cuyos invitados fueron la pareja protagonista de la serie, Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre, con Velvet ; mientras que la de Telecinco se basó en sacarse de la manga una alfombra roja donde Jesús Vázquez presentaba a los protagonistas. Mucha estrategia, mucha estrategia, pero al final la calidad ha primado.
La productora Bambú ha mimado los escenarios, la iluminación, los ambientes y, en general, todos los aspectos. El reto de superar en estas cuestiones técnicas a sus series precedentes, como Gran Hotel o Gran Reserva. Pero, no imposible. Han superado todas las expectativas en este terreno. Perdón, todas lo que se dice todas, no. Sólo hay una "oveja negra": la música. La música de la cabecera sólo puede recibir una adjetivo: magistral. Ese toque presuntuoso y sesentero no es desagradable. De hecho, predispone al público a reír y a disfrutar de la comedia. A mí me puso de buen humor. En general, los cortes musicales fueron bastantes idóneos. Como véis, la "oveja negra" no pastó allí, sino a lo largo del capítulo. Demasiado música. Parecía que las pistas musicales se prolongaban más de lo previsto. Como si se hubieran dejado la música puesta.
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Pero este pequeño error se torna insignificante, si tenemos en cuenta otros aciertos como el reparto. Era la primera vez que veía a José Sacristán (una muestra clara de lo poco cinéfilo que soy) y la verdad es que el madrileño me maravilló. Sabe transmitir seriedad, disciplina, lealtad, pero al mismo tiempo, cierta ternura, especialmente, cuando se dirige a su sobrina. Emilio, que es el personaje que interpreta, aumenta su potencial innato cuando interactúa con don Rafael, interpretado por Tito Valverde. Otro grande. Natalia Millán, Cecilia Freire, Marta Hazas, Aitana Sánchez-Gijón y Miriam Giovanelli también destacaron, aunque estas dos últimas tal vez extremaron el perfil de sus personajes: dos mujeres pérfidas. Por su parte, los dos protas, Miguel Ángel Silvestre y Paula Echevarría, que encarnan respectivamente a Alberto Márquez (el heredero de la dirección de las Galerías Velvet) y Ana Ribera, conforman la pareja de enamorados que se las verá por poder vivir ese "amor". Se nota la química entre ellos. No obstante, me temo que la necesidad de lograr una buena acogida ha pesado en la elección de los actores, pues tanto él como ella son algo limitados en los quehaceres de la actuación. M. A. Silvestre no se desenvuelve con soltura a la hora de expresar mediante gestos. Su cara parecía de silicona o cemento: da igual qué sucediera, que él continuaba con el mismo gesto. Eso sí: al menos su actuación ha sido lo suficientemente solvente como para resultar creíble y empatizar con él. Lucía, por su parte, ha estado algo más acertada que él en este aspecto, aunque su solvencia es mayor y transmite una dulzura y una sensualidad encomiables. Esta claro que la elección de Silvestre y de Echevarría para encabezar el reparto se fundamenta en la voluntad de encandilar al sector, mayoritariamente femenino, que sigue una serie, ante todo, por el físico de los actores. En muchas ocasiones, de un físico tan insignificante como la interpretación de Manuela Velasco. ¿Interpretaba o leía en voz alta el guión?
Por Twitter, algunos apuntan que el capítulo fue lento y largo, y la perspectiva, muy edulcorada y ñoña. Para empezar, la duración no difiere de la de los episodios de las series en la actualidad. En cuanto a la lentitud, sólo puedo decir una cosa: estamos mal acostumbrados a que en la televisión todo suceda a un ritmo vertiginoso y que nos lo den todo "masticadito". Pues, por suerte, Velvet no peca de eso. Deja de asuntos sin resolver, crea interrogantes, hace intuir futuros misterios, recurre al flashback... Todo ello consigue que, a pesar de contar con una trama bastante sencilla, el modo de contarla prevalezca y gane más protagonistas hasta llegar a emocionarnos.
Resumiendo, Velvet es una gran serie, que si mantiene el nivel en la producción y en los guiones, y que si se olvida de sorprender a los televidentes, se convertirá en una de esas ficciones que pasaran a la historia de nuestra televisión.
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