Hoy sábado 28 de diciembre acaba Uno de los nuestros, un talent show de TVE que desde su estreno en TVE ha tenido audiencias discretas. Si soy sincero, no comprendo por qué no ha triunfado. ¿Prefiere el público otro tipo de formatos los sábados? ¿Están desgastados los programas musicales? ¿Falta de promoción por parte de La 1? Es probable que los televidentes opten este día por contenidos de debate político, como La Sexta Noche, o contenidos de la prensa rosa, como Abre los ojos y mira (Telecinco). De lo que no dudo es de la vigencia de los programas musicales. Si La Voz o El Número Uno no han tenido el éxito esperado en sus últimas ediciones, es porque para la primera priman los ingresos de los concursantes o la promoción del jurado muy por encima de los concursantes, y porque el talent de Antena 3 carecía de una mecánica más estable y, para más inri, fue programada un viernes, día en que su público potencial sale, en lugar de quedarse en casa postrado en un sofá como así sucede de lunes a jueves.
Parece improbable que haya una segunda edición. No obstante, me gustaría enumerar las razones por las que debería regresar a la tele, tras la final de hoy.
- Aporta variedad a la programación del sábado por la noche. Demasiados debates políticos hay durante la semana y demasiados programas del corazón (todos ellos procedentes de Telecinco) como para que llegue el sábado y tener que soportar las "vidas tan interesantes" de la Pantoja, Belén Esteban o cuñado de Rocío Jurado. No digo que los formatos sobre política sobren, pero yo al menos los sábados prefiero otros más livianos.
- No es un talent al uso. OT, El número uno o La voz tienen (o tenían) la premisa de encontrar nuevos cantantes con talento que consigan renovar el panorama musical. Sin embargo, Uno de los nuestros va más allá. Lo principal es entretenerse, disfrutar y reír con las pruebas chorras y con el ingenio de los concursantes y la orquesta.
- Un casting variado y cercano. A diferencia de La voz, por ejemplo, aquí conocemos a pocos artistas, pero con mayor profundidad. De este modo, podemos empatizar con ellos y cogerles cariño, lo que hace que el programa fidelice a sus espectaculares. ¿Quién no se ha quedado fascinado con la autenticidad y la naturalidad de Aurora Salazar? ¿Quién no ha sentido cierta repulsión hacia Edu Cayuela por exagerar su expresión corporal o hacia la guapa Sandra Polop, al no encajar las críticas del jurado?
- El protagonismo de la banda. Yo diría que es el programa donde la orquesta adquiere más protagonismo. Por eso la productora ha sabido escoger músicos con un humor ácido y, a veces, corrosivo, pero sin perder nunca la simpatía y la consideración hacia los concursantes y hacia el público.
- El jurado correcto. Roser ha sido un descubrimiento televisivo importante, a pesar de haber estado tanto tiempo ausente de los medios y del mundo de la música (o al menos no ha hecho mucho "ruido"). Ha jugado con algunos concursantes a "crear tensión sexual", como José Montoro o Wences Sánchez, al que no dudó a la hora de darle un morreo. María del Monte y Gurruchaga también han dado juego. Con todo, les ha faltaba algo más de implicación en el programa.
- Las grandes pruebas. Cantar sufriendo las inclemencias del tiempo, atosigados por una aluvión de seguidores o vestidos de los disfraces más disparatados supone un puntazo más para este programa, porque evoluciona y casi "revoluciona" el mundo del talent, pues desvirtúa al programa en cuanto que formato para lanzar artistas al mercado musical, pero lo hace más dinámico, más ágil y mucho más cercano al otro enorme formato de la productora Gestmusic: Tu cara me suena.
- Carlos Latre y su humor. Tal vez su tarea como presentador queda empañada por la solvencia de los otros elementos, pero probablemente sea uno de los profesionales más idóneos para este formato, si bien su tendencia a imitar a Mario Vaquerizo o a la Duquesa de Alba a "trochimoche" y sin fundamento no me haga mucha gracia.
- Gran escenario, los "nuestris" y los "bailongos". En un principio resulta algo barroco con tantas luces, tantas estructuras, etc. Pero recrea tan bien el ambiente de una verbena de pueblo (y cabe mencionar que ése es su objetivo) que se le puede llegar a perdonar. Los "nuestris" es una clara influencia del pulsador de Tu cara me suena, y la presencia de los bailongos (bailarines amateurs y profesional que, si les aburre la actuación de un concursante, se sientan; por cada bailongo sentado pierden un punto) también anima más el programa. El resultado es una fiesta total, en la que se demuestra la ilusión y el interés de la productora por hacer un programa divertido, por sorprender al espectador y por cuidar el formato sin caer en la autocomplacencia.
En definitiva, Uno de los nuestros es un gran programa, que merecía morir en el cielo de los grandes formatos como el Un, dos, tres... o Tu cara me suena. Lo dicho, que me encantaría que este programa siguiera en la "vida terrenal", porque me ha hecho disfrutar los sábados lo que no está escrito.
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