jueves, 30 de enero de 2014

Febrero y Villanos > Preestreno II


En el primer avance, ya os comenté que este sábado 1 de febrero, por el mediodía, subiré el primer capítulo de Febrero y villanos, o sea, de la segunda temporada de Villancicos y villanos. Os comenté por qué modifiqué el título; también os conté que se trata de una temporada independiente. Esto es, no es necesario leer las entregas anteriores para comprender y "saber de qué van" las nuevas. Al igual que el martes pasado, voy a mostraros un par de fragmentos más para "abrir apetito", aunque ya os aviso: es muy difícil. ¿Por qué? Pues porque debo escoger fragmentos que me parezcan los más representativos, pero que no adelanten muchas tramas. Prefiero mantener en secreto las sorpresas hasta su publicación. 

A continuación, os hablaré un poco del proceso de inspiración y de redacción. Para empezar, no puedo negar que esta segunda temporada me creaba cierto respeto. La acogida por vuestra parte de la primera tanda (Villancicos y villanos) fue bastante buena, y en algunos capítulos, excelente. Relativamente, claro. Por ello, quería "mantener el tipo", no bajar el nivel en lo que se refiere a la calidad de mis composiciones. Para más inri, deseaba mantener mi estilo, pero sin repetir las mismas fórmulas una y otra vez. Esto tampoco es sencillo, ya que corría el riesgo de perder el tono que poseían los anteriores. No quería desvirtuar ni a los personajes, ni mucho menos el relato. En definitiva, ansiaba combinar continuidad con innovación. En realidad, ansiaba y sigo ansiando, pues me faltan por redactar la mitad de capítulos.

Un fallo de Villancicos y villanos fue, probablemente, la falta de una trama que engarzara todos los capítulos. Eso tiene unos pros y unos contras. En esta ocasión, veréis que cada personaje se enfrentará a un problema distinto a lo largo de los episodios, lo que no significa que no hayan tramas secundarias o que entre ellos se ayuden en la resolución de sus problemas. 

SINOPSIS Febrero y villanosCansados de la monótona rutina y de una situación familiar deteriorada, Emilio se encarga de reunir a Antonio y a Francisco de nuevo. Esta vez, en el casa cural, donde fermentarán sus preocupaciones y sus sentimientos. Éstas estarán condicionadas por el miedo de Emilio a que su padre septuagenario lo repudie, por el rechazo de Antonio a envejecer y por las emociones contradictorias de Francisco, cuyas tentaciones carnales le provocan enormes luchas y estragos. Ante esta situación tomarán decisiones que, en muchas ocasiones, les llevarán por el camino de la amargura y marcarán sus vidas con unas huellas inimaginables.

Antes de idear las aventuras (o desventuras), había barajado la posibilidad de que modificaran algún rasgo de su personalidad, pero esto no tendría mucho sentido: sólo se separaron durante 25 días. De todos modos, sí que es cierto que ahora son un poco más educados, más moderados y más cordiales. En la temporada anterior, hice hincapié en que su convivencia les permitió sentirse queridos y sobre todo, les permitió querer. Y, como es lógico, bajo esta condición, el estado anímico es más favorable. 

No menos importantes me resultan los dos puntos siguientes. Por una parte, la extensión promedio de los capítulos es ligeramente inferior. Unas 200 palabras menos. Antes rondaban las 1400 palabras, mientras que esta vez, las 1200. Por otra, he potenciado la agilidad del texto. He reducido en gran medida las digresiones y las reflexiones, que tanto me gustan, en pro de los pasajes más rápidos, más directos, con más acción. Esto también contribuye a que el estilo adquiera un carácter un tanto pintoresco e hilarante. En Villancicos y villanos aposté más por la crítica social y la actualidad. Pero, esta vez he optado por un humor más variopinto. Es un humor "por capas". Elementos "cómicos" más groseros, otros más reflexivos y otros más refinados. Según la atención con que sean leídos, se percibirán ciertos elementos que en un lectura superficial son inapreciables. También, la ironía y el sarcasmo se convierte en la guarnición principal de la comicidad de los capítulos.

Debería aclarar un aspecto: con Febrero y villanos no pretendo arrancar la carcajada de nadie, aunque si la logro, bienvenida sea. Con esto, os invito a leer los capítulos, a dejaros sorprender, a conocer a unos personajes tan surrealistas como desgraciados y, a dejaros llevar por todo el mundo ficcional que he creado para vosotros, lectores. Seáis cinco o cien. A continuación, os adelanto dos NUEVOS fragmentos.

Fragmento de CAPÍTULO 3.

Remover el café sin tregua suponía, para don Francisco, una buena coartada para prolongar las conversaciones mañaneras con sus dos compañeros. Aún somnolientos. A pesar de las cantidades exorbitadas de cafeína que constituían sus desayunos. Quién se encargaría de las tareas domésticas, qué iban a comer o en qué faenas emplearían la mañana. En resumen, conversaciones nimias. No menos vacuos resultaban sus propósitos de dar una nueva mano de pintura, renovar los electrodomésticos o, al menos, sustituir el mantel, agrietado y descolorido, por uno nuevo. Mas, la cocina seguía en el mismo estado. Con unas paredes bien nutridas de grietas diminutas, que conformaban una especie de mapa hidrográfico. Afluentes y ríos recorrían la habitación de en torno a seis metros cuadrados. 

Fragmento de CAPÍTULO 4.
Así pues, el jubilado se convirtió en un viejo adolescente a sus sesenta y siete. Lo curioso es que, desde su adolescencia, o incluso desde su etapa de feto, sentía devoción únicamente por tumbarse en el sofá y enchufar la tele. Y, eso que el televisor llegaría a los hogares españoles unos días años después de su nacimiento. La sorpresa se adueñó de Emilio y Francisco cuando vieron salir del baño a su compañero. Con un chándal demodé y unas zapatillas deportivas, que no sólo rayaban lo hortera, sino que lo atropellaban con alevosía y ensañamiento.
— Mendas, me voy a correr.
— ¡¿Con esas pintas?! –exclamó Emilio. Deberían encerrarte en el calabozo por escándalo público y tirar la llave al mar.
— La cagaste, Burt Lancaster. Esto es lo que se lleva ahora.
— Como el tractor amarillo o el walkman, no me jodas –apuntó Francisco.
— ¿De qué vas, Bitter Kas?, voy al parque de aquí al lado a mover el esqueleto.
— Pues, cualquiera diría que vas a la cueva de Altamira –replicó Antonio. ¿¡Por qué hablas así de raro!? ¿Te has golpeado la cabeza contra el grifo del lavabo y se te ha muerto la última neurona que te quedaba? Oh, descansa en paz, neurona solitaria.
— Habla mucho que no te escucho –miró entonces el reloj-. Me piro, vampiro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario