viernes, 12 de septiembre de 2014

Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes) - Reseña


He aquí la quinta parte de la serie de especiales sobra la obra maestra de Miguel de Cervantes. A diferencia de las cuatro primeras partes, donde han predominado lo objetivo, pequeños fragmentos del texto y el análisis minucioso y escueto, al mismo tiempo, esta vez he escrito un post más sencillo, donde expongo simplemente mi valoración y las virtudes del texto. 
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Si hay una novela que no deja indiferente, esa es Don Quijote de la Mancha. Mientras que muchos la han leído, incluso varias veces, otros muchos postergan el momento de su lectura. Las razones son diversas: por abrumarles el número de páginas, por haberse publicado hace cuatrocientos años y, sobre todo, por falta de interés. Se necesita motivación, ganas de devorar cada línea, porque el resto ya lo aporta Cervantes. 

¿Y qué es el resto? Unos personajes bien trazados, un manejo de la prosa vital, fluida y bien organizada, un argumento prácticamente inexistente con una multiplicidad de lecturas e interpretaciones y una gran variedad de estilos y géneros literarios.

Para empezar, el Quijote es un encuentro de personajes dispares, pero contenedores de las cualidades humanas. Son un reflejo de la soberbia, el racionalismo, el idealismo, la inseguridad, la humildad, la hipocresía y del resto de cualidades humanas. Por ello, es fácil empatizar con ellos. Es un deleite contemplar cómo la vida de los personajes viene determinada por la ficción. Todos los personajes incluyen en su vida la ficción, ya sea poniendo en práctica las aventuras de la literatura caballeresca, en el caso de don Quijote, ya sea burlándose de Alonso Quijano mediante la invención de conflictos ficticios. Asimismo, la cantidad ingente de personajes, de ambientes y de aventuras contribuye a que el texto no pierda frescura y se mantenga e incluso incrementa el tono irónico y ameno. Con todo, admito que las historias intercaladas, en su mayoría, no son muy atrayentes a primera vista. Por eso, los lectores actuales tenderán a leerlos por encima, porque atropellan el ritmo vertiginoso de la obra. 

En boca de Sansón Carrasco, Cervantes advierte de que su obra se interpreta de distinto modo según la edad del lector. He disfrutado desencriptando los mensajes del autor a golpe de aventuras memorables y situaciones, a veces más sentadas y otras más disparatadas. De ahí, surgen innumerables interpretaciones, de las cuales aún me faltan bastantes por percatarme. Con todo, enumero las siguientes: la importancia de que cada individuo vele por la justicia sin relegarlas a las instituciones, el daño que produce la soberbia y la presunción (pues don Quijote cree que sus sentencias están por encima de las del poder judicial), el camino del hombre hasta que se encuentra a sí mismo y se acepta con sus virtudes y defectos, la escasa distancia entre el burlador y el burlado, la conveniencia de que los seres humanos se comprendan y se toleren aun sin compartir el mismo sistema de valores, la necesidad de luchar por nuestros ideales...

También ha sido una lectura placentera gracias a la variedad de géneros y estilos, lo que obstaculiza que la monotonía invada las páginas de la novela. El género epistolar aparece, por ejemplo, con las cartas que se escriben Teresa Panza y su marido, y don Quijote y Sancho. La novela cortesana se halla en algunas historias interpoladas. Así las cosas, el lector encuentra otro motivo más para proseguir la lectura: conocer mejor las tendencias literarias, la literatura anterior y conocer mejor algunas técnicas actuales, como el multiperspectivismo.

Antes de acabar, puntúo al Quijote con un 10. Es el libro que más me ha emocionado y cada vez que lo menciono, me conmuevo, porque presiento que ningún otro libro podrá superarlo.

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