viernes, 2 de septiembre de 2016

#Vuelvelaoreja, pero cómo debería volver

Pretendo ser constructivo con este artículo y para serlo se requieren dos características: en primer lugar, ser sincero y realista (un talifán, un fan extremo, jamás podría escribir algo útil por la falta de espíritu crítico y de aceptar que incluso tu grupo favorito no siempre acierta) y en segundo lugar, proponer alternativas factibles: no se trata de pedir el oro y el moro para luego criticarlo todo, lo criticable y lo que no. De hecho, este párrafo que estás leyendo iba a ser el último, pero he decidido que sea el primero para dejar claro que escribo desde el cariño, porque soy un seguidor de La oreja desde niño, desde bien niño, de los pocos que aún participan muy activamente en los distintos espacios del club de fans de LOVG en España. Por cierto, os invito a no perder la pista a su página web http://www.lovgfanclub.es/ porque es quizá la página mejor para estar bien informados.

#Vuelvelaoreja es el hashtag con que desde hace más de dos semanas se promociona en las redes sociales la vuelta del grupo donostiarra al panorama musical. Su séptimo está a la vuelta de la esquina y más cerca aun está el primer sencillo, que se estrena el próximo 16 de septiembre, aunque corre el rumor de que habrá algún adelanto el día 10. Lo cierto es que esta vez parece que la vuelta es real: LOVG están muy activos en redes y contestan a los tuits de sus seguidores, incluso cuando en ellos no los mencionan. Teniendo en cuenta que LOVG se acuerda de sus seguidores y los cuida a sus seguidores solo cuando hay que cuidar los cedés y las ventas y, para más inri, de manera poco disimulada, ahora sí que LOVG regresa de verdad después de cinco años sin disco de estudio y "amenizados" con refritos y proyectos innecesarios, a excepción quizá del exitoso en Hispanoamérica Primera Fila, que han sido un buen ejemplo de cómo perder credibilidad artística y llenar bien los bolsillos.

Pero La oreja de Van Gogh es un grupo talentoso que, pese a algunos proyectos suyos desafortunados, a mi parecer, han demostrado a lo largo de su carrera una enorme maestría para construir melodías emocionantes, trepidantes, una sensibilidad para contar historias con ingenio y plasticidad y un sonido muy personal muchas veces imitado, pero nunca igualado. Aviso: en las anteriores características no he tenido en cuenta Cometas por el cielo, el último disco de estudio de LOVG hasta la fecha, tan denostado por un buen número de seguidores del grupo por no cumplir la mayoría de los requisitos que cabría esperar de un disco de La oreja, es decir, los siguientes requisitos. 

VUELVE LA OREJA, PERO ¿CÓMO DEBERÍA HACERLO?
  1. Cero condescendencia. Muchos, entre los que me incluyo, consideran El viaje de Copperpot el mejor disco de la banda hasta el punto de que decir "esto suena muy Copperpot" es casi sinónimo de "esto es un temazo", como ocurrió con El último vals o Mi calle es Nueva York. Ahora bien, no es sano para el arte pretender clonar el sonido de un disco, porque al final corres el riesgo de hacer una copia descolorida (en cierta medida, A las cinco en el Astoria lo es, aunque es un disco de notable alto) o de hacer, incluso, una copia descolorida de la copia descolorida (Cometas por el cielo: pese a sus intenciones electrónicas y cañeras, la parte más conservadora sonaba muy desteñida). En mi opinión, el arte no debería someterse a la voluntad de los seguidores, "el pop no es una democracia", como llegaron a decir los Pet Shop Boys en esta entrevista en El País. Entonces, ¿que qué tiene que hacer LOVG? Lo que le dé la gana. Si el grupo hubiera hecho caso a la voluntad de una parte de sus seguidores, ahora mismo no podríamos de disfrutar de canciones excelentes como Muñeca de trapo, VOS o La niña que llora en tus fiestas, porque "no suenen a Copperpot". ¿De verdad no merece la pena experimentar y probar, entonces? Esto podría ir en contra de este artículo que ahora escribo, pero no lo va, porque mi intención no es hacer sugerencias a LOVG y ahora menos que acaba de terminar de mezclar el nuevo álbum; mi propósito es invitar a la reflexión y dar a conocer los parámetros que tendré en cuenta cuando redacte las reseñas del single y del álbum.
  2. Ampliar horizontes sonoros. Después de bastante años en contacto con los seguidores más leales de La oreja, de horas y horas de debates sobre nuestro grupo favorito, creo que este segundo punto sea el que más me distancia de ellos porque yo no quisiera que hagan lo de siempre, como he dicho arriba, porque es verdad que el mayor capital que tiene el grupo en este momento son los lazos emocionales que hemos creado con sus canciones, pero todo tiene un límite, por supuesto. LOVG, pese a los que viven de y por la pose y no reconocen los méritos del grupo, experimenta con distintos sonidos: bolero, bossa nova, música electrónica, reggae o, incluso, la ranchera. En "Guapa" este eclecticismo llegó a su cima, sin embargo, la necesidad de evitar una hemorragia de fans que abandonaran el grupo tras la marcha de Amaia Montero forzó a reivindicar el sonido más clásico de La oreja. Creo que fue una involución necesaria y justificada en ese sentido. En "Cometas" intentaron experimentar pero el miedo al fracaso por arriesgar de verdad hizo que no fuera un disco tan electrónico como pudo parecerlo y podría haber sido. En el fondo (o en la superficie, porque de profundidad ese disco iba muy justito) era más de lo mismo, pero peor. Si de mí dependiera, La oreja sonaría un poco más funky o experimentaría con el jazz o el R&B. Pero como no depende pues ajo y agua o, mejor dicho, me tocará decidir si sigo apoyando al grupo o no, porque como he dicho un álbum debe prevalecer la voluntad artística del grupo, no de los seguidores, los cuales, como mucho, tienen la última decisión de comprar o no comprar el producto "artístico" o reseñarlo o no. En verdad, confío en que este nuevo álbum vaya a ser muy digno, porque se han tomado unos dos años para prepararlo. Así cruzo los dedos para que haya prevalecido la exigencia artística por encima de la urgencia discográfica.
  3. Un álbum, no una colección de canciones. En un disco se reúnen una serie de canciones que deben dar cuerpo al disco, coherencia y convertirlo en una especie de viaje musical. Para lograr darle al conjunto un sentido global, de conjunto -valga la redundancia-, conviene seleccionar bien las canciones y prestar mucha atención al tracklist porque el orden de los temas influye en el interés o la desgana de los oyentes y en la impresión general que produce. Con otras palabras, LOVG debería procurar que al escuchar su séptimo álbum no nos ocurra lo mismo que en Cometas por el cielo, que parecía más que un álbum un conjunto de singles, un grandes éxitos, carencia grave de un trabajo musical y más cuando los éxitos se reducen a tres o cuatro temas y el resto son temas de pop chicle, de usar y tirar. Las baladas de este álbum estaban colocadas entre las canciones más cañeras lo que destrozaba el ambiente que acababan de crear y modificaban la atmósfera creada de manera poco sutil, me atrevería decir que hasta agresiva.
  4. Sensibilidad no es sensiblería. Protestar por que LOVG escriba canciones de amor idealizado, con letras algo ñoñas y con tendencia al melodrama o, más bien, a la tragicomedia sería tan descabellado como quejarse de que meterse al mar moja. Está dentro de su ADN. Ahora bien, hay una gran distancia entre hacerlo con gusto e ingenio. No me voy a ir muy lejos, pondré de ejemplo "Rosas", acaso la canción más popular de La oreja. Mira que es empalagosa, pero Xabi consiguió imprimirle a una historia a priori tan repelente una gracia y un ingenio irresistibles y, por si esto fuera poco, logra relativizar el problema de la protagonista en "No importa si es muy tonto, soy así". Bravo. Quizá le sobra un pelín de azúcar, pero más vale dulce que no ridículo como el uso y, en concreto, el abuso de metáforas en torno a lunas, soles y estrellas y de onomatopeyas como las que destrozan los escasos buenos momentos de "Cometas por el cielo". Esto provoca, además, una sensación de infantilismo, de estar por momentos escuchando las canciones de los Payasos de la Tele o el coro de la parroquia porque para escribir con cuarenta años historias adolescentes exige tener mucho cuidado y observar muy de cerca a ellos para no caer en lo ridículo, como esos adultos que imitan el habla de los niños. Además, ¿qué necesidad hay de historias adolescentes cuando tu público se sitúa, sobre todo, entre los 18 y 35 años?
  5. Mayor narrativa, menos metáforas vacuas. Una de las fortalezas de los donostiarras es su capacidad para contar historias. La carta, Historia de un sueñoJueves o Cumplir un año menos son buenas muestras de ello. Como grupo sin pretensiones intelectuales en sus álbumes, sino más bien comerciales, en las que simplemente hay una búsqueda de la emoción de manera rápida (quien frecuente este blog sabrá que para nada digo esto de manera despectiva), comprendo que quieran que todos sus oyentes se sientan identificados con sus historias. Hasta aquí todo razonable. Sin embargo, critico más la vía a través de la cual pretenden alcanzar esto, es decir, mediante metáforas que en el plano real podrían corresponden a cualquier cosa. No hace falta ser lesbiana, sufrir un aborto o la pérdida de cualquier otro familiar, padecer drogadicción o ser inmigrante para sentirte identificado con una canción sobre estos asuntos. Lo concreto proyecta lo universal, esto es, de cualquier situación por ajena que nos parezca a la nuestra podemos extraer puntos en común con que identificarnos y hacerla nuestra. Ahora bien, al igual que la poesía, la letra de una canción debería contener cierta ambigüedad, no ser demasiado obvia, conviene que posea cierta capacidad de sugerir. Asimismo, espero que no se escuden en letras excesivamente metafóricas para denunciar una situación o hablar simplemente de ella por lo bajini, con disimulo e, incluso, con miedo, como sucede en la terrible Promesas de primavera. En este sentido debería tener el grupo como referencia a Bruce Springsteen, en especial, al de los setenta y los ochenta.
  6. Cuidar la producción y procurar cierta contención. Es casi un pecado desaprovechar las trepidantes y a veces estremecedoras melodías de Xabi San Martín por culpa de una producción plana, apagada, como en el Astoria, pero también mediante excesos en las capas sonoras confundiendo la riqueza musical con el ruido y la filosofía del mal vale que sobre que falte que tanto daño hizo a Cometas por el cielo. En este caso en el término medio está la virtud pues en numerosas ocasiones la sutileza, la elegancia y la contención logran mayor carga emocional que el barroquismo. En este sentido, sí que deberían echar la vista atrás y tener presentes El viaje de Copperpot y Lo que te conté mientras te hacías la dormida.
  7. Repartir por distintas plataformas pistas adicionales y no cuidar el formato físico son maneras magistral para desprestigiar al artista y la cultura. Este punto va "dedicado" a Sony y el respeto por quienes consumen sus productos. En los últimos años sus cedés en digipack vienen en unos cartones endebles, con una calidad del papel del libreto absolutamente vergonzosa y, por si fuera poco, el disco se raya desde la primera escucha. No podéis imaginar cuánto cuido mis cedés: los protejo de la luz, del polvo y de la humedad, los guardo en su estuche (aunque tener que deslizar el disco en el bolsillo de cartón del digipack no contribuye a una buena conservación), jamás los dejó sobre otra superficie que no sea el estuche y controlo la temperatura del disco. Así los discos de los últimos ocho años de Sony España que he comprado no mantienen la misma salud por la cuestionable calidad del material que los de otras discográficas, bueno, aunque Blackstar, el último disco de David Bowie también es de Sony, pero no de la filial española y eso se nota). Tampoco ayuda a que los "románticos" no acabemos un día abandonando el hábito de comprar discos de estudio, por mucho que el mercado discográfico incite al público a la piratería. ¿Por qué se venden ediciones en plataformas digitales con más canciones que en el físico? ¿Acaso este tipo de promociones es propia de lo que se presupone que es arte? 
  8. Mimar el libreto. Uno de los mayores atractivos de comprar un CD legalmente es tener el libreto con las letras, diría que es fundamental. Ojalá no sean cutres en esto y, por supuesto, mimen el arte del disco y, en concreto, el libreto mucho o al menos una cuarta parte de lo que lo hicieron en A las cinco en el Astoria. Aquello fuera inmejorable.
En definitiva, #Vuelvelaoreja y deseo que lo haga aprovechando todo el talento que ha mostrado durante casi dos décadas, que sea más oreja que nunca, esto es, que se sientan los del grupo más orgullosos que nunca de sus méritos y su esencia, pero que no la entierren mirando demasiado al pasado y a sus seguidores e innoven, porque para seguir haciendo historia no hay que vivir de ella ni de sus rentas. #Vuelvelaoreja y, desde luego, vuelvo con la misma ilusión que siempre por ello, pero temiendo que la necesidad de vender no juegue en contra de las canciones, el corazón del mundo discográfico, aunque a veces se olvide.

Por cierto, hoy cumple ocho añazos un disco que nos emocionó a todos los seguidores de La oreja de Van Gogh por sus canciones, por haber dado con la vocalista ideal para cantarlas tras la marcha de la vocalista original y, sobre todo, porque se confirmaba que habría Oreja para rato. Felicidades, A las cinco en el Astoria.


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