A
medida que voy conociendo la narrativa de Pombo descubro cada vez
más semejanzas con David Bowie. Sería nuestro Bowie español en el
ámbito literario o, más bien, Bowie es el Pombo británico en la
música, que para eso nació este escritor santanderino una década
antes. La erudición de ambos, su estancia en Inglaterra, su
interés por el arte más allá del que los ha hecho conocidos o sus
inquietudes filosóficas son algunos de los parecidos, a los que sumo
los parecidos principales; estos son la capacidad para adaptarse a distintos
géneros (Donde las mujeres apenas comparte rasgos con Contra
natura), a nadar en aguas muy diferentes saliendo con mayor
credibilidad y respeto por parte de público y crítica -en el caso
de Bowie habría que obviar la segunda mitad de los ochenta- y la
creación de personajes excéntricos, histriónicos (la tía Teresa,
la madre y la tía de las protagonistas, unas aristocráticas en
decadencia aisladas de la población en una isla, la primera cría
gallinas y la segunda se marcha en verano a Escandinavia por el frío
para no envejecer con su novio, su desdichado novio-. Y, por
supuesto, la propia protagonista, respectivamente hija y sobrina de
estas, a quien le es otorgado el papel de narradora. Como muestra,
ella dice de sí misma: “Aquellos años era yo guasona,
especulativa y absurda, una actriz arrastrada por un papel que le
viene a todas luces grande” (Pombo, 2009, p. 179).
Aprovechando
mi reseña literaria de Contra natura, querría mencionar las
características que aparecen en Donde las mujeres. Entre
ellas encontramos la sintaxis abrupta, las estructuras sintácticas
rara vez siguen la secuenciación lógica del español, situación
responsable de que muchos consideren su estilo y sus novelas como
farragosas, densas. Personalmente, esta sintaxis la encuentro entrañable, me
parece que es uno de sus atractivos el tener un tono y un estilo tan
singulares, pues exige mayor atención para el lector y, al mismo
tiempo, un deleite para este por cuanto disfruta de una prosa que
desbarata lo usual, lo previsible, lo fosilizado por el uso corriente
del lenguaje. A esta desautomatización del lenguaje cabe sumar las líneas que de
vez en cuando incluye Pombo en inglés y en alemán así como las
referencias filosóficas o las reflexiones de esta índole, las
cuales aparecen en esta novela que aquí analizo con mayor mesura que
en Contra natura. Asimismo, debo señalar la facilidad con que
Álvaro Pombo introduce distintos tonos, algunos más serios, más
dramáticos, otros más irónicos, humorísticos, con una sutileza,
con una sensibilidad tan admirable procurando no oscilar del humor a
la seriedad con pasos bruscos: la prosa pombiana lleva a cabo esta
progresión con ricos matices. Como resultado, el escritor
santanderino sin perder coherencia inserta escenas cómicas -la
aparición de tía Teresa está repleta de humor ácido, no apta para
todos los paladares, para los que se ofenden con facilidad, pero de
un humor que roza la caricatura por medio de la hipérbole, haciendo
saña de la obesidad de la mujer y de su nula elegancia [“Durante
la comida habló muy poco y comió muy bien, apreciando todo mucho”.
[…] “Después de comer, en vez de una tacita de café, se tomó
una taza grande de café con leche” (Pombo, p. 158)].
Nueve años
después, en 2005 Álvaro Pombo publicó Contra Natura, que, como sostuve
en su reseña correspondiente, le sobraban páginas y, a pesar de
incluir escenas cómicas y otras eróticas, no resultaba una novela
dinámica, ágil, sino con muy pocos contrastes en el tono. En
cambio, en Donde las mujeres hallamos una narración más
concisa, que va más al grano, con un control sobresaliente del ritmo
narrativo y una facilidad para insertar las distintas escenas en el
momento adecuado con miras a mantener despierta la curiosidad del
lector, objetivo que supera, pese a que en una obra tan intimista como esta, en
la que los sobresaltos y la tensión surgen en el interior de los
protagonistas, no es una empresa sencilla.
Donde
las mujeres habría sido una novela radicalmente distinta escrita
desde cualquier perspectiva distinta a la de la narradora, la hija
mayor de Clara, sobrina de Lucía y Nines y hermana de Violeta y
Fernandito, porque el argumento de la novela se puede reducir del
siguiente modo: es la historia de una joven que al descubrir un
secreto familiar comienza a variar la percepción y la relación que
tenía con su familia, con la que hasta entonces mantenía una
complicidad máxima y compartía con ella la misma visión del mundo. Refleja
de manera emotiva e incisiva la asimetría entre nuestros
sentimientos y lo que debemos sentir, la sensación y las
consecuencias de comenzar a cuestionar los valores inculcados por la
familia y a la propia familia y, además, la consciencia crítica de
nuestra identidad y de la máscaras con que a veces la ocultamos. La
voz narrativa escogida podría hacernos pensar que la voz narrativa
es la protagonista, sin embargo, en el fondo ella solo es un elemento
pasivo de la dinámica familiar, muy dependiente, aunque pudiera a
priori no parecerlo. Para no destripar la historia, solo diré que
conviene prestar mucha atención a tía Lucía. Como se intuye la
trama requiere un minucioso escudriñamiento
de la psicología de los personajes. Y no cabe duda de que Pombo lo
está. A lo largo de la novela, encontramos una finísima evolución,
pero constante que hace que el cambio de los personajes sea muy
distinto, a veces sin ser plenamente consciente el lector de ello.
Para
acabar, recomiendo esta novela con una atmósfera similar a Otra
vuelta de tuerca, aunque sin recurrir al presunto elemento
fantástico por cuanto presenta unos personajes muy bien escritos,
muy definidos y singulares, con una complejísima y a la vez sutil e
imparable evolucion psicológica, pero también por cuanto logra
entusiasmar y hacer que los lectores se identifiquen con unos
personajes muy singulares, algo extravagantes, histriónicos, en cuya
personalidad, sin embargo, existe al menos un rasgo con que pudiera
identificarse incluso la persona más convencional.
POMBO, Álvaro (2009). Donde las mujeres. Barcelona: RBA Coleccionables, 1996.
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