jueves, 31 de diciembre de 2015

LO MEJOR de 2015: obras artísticas

31 de diciembre. ¿Qué mejor día para hacer balance de 2015? Los muros de Facebook se irán poblando de intensas líneas de agradecimiento, de reflexiones y de un aroma pseudotrascendental-filosófico de mercadillo. Pero confieso que otros años también me he sumado a eso y confieso que vuelvo a tener la tentación de hacerlo. No descarto acabar introduciendo algo de esto en las próximas líneas, confieso.

Mejor ir al grano, ¿no? Con esta entrada despido un año en que no he publicado demasiado (44 entradas). Se trata de una lista de aquellas manifestaciones artísticas que me han marcado y que no me puedo resistir a no compartirlas con vosotros. Entre ellas hay joyas publicadas hace años, canciones, libros o series con que he pasado tan buenos momentos que me han conducido a escuchar, leer o ver otras obras de sus autores. Os animo a que sigáis leyendo, a que dejéis, luego, vuestro comentario (y vuestras recomendaciones) y, sobre todo, a que las descubráis. En cuanto al orden, sigo rigurosamente el orden alfabético.

A dos metros bajo tierra 
No se sitúa entre las series más conocidas en España, eso sí, quien la conoce, quien la ha visto, solo tiene buenas palabras. Excelente, obra maestra, maravilla, por ejemplo. Alan Ball produjo sus 63 capítulos, emitidos entre 2001 y 2005, y, por ello, hay que sentirse profundamente agradecido. Habrá temporadas más intensas o con un ritmo más veloz que otras (algunos seguidores consideran inferiores la tercera y cuarto temporada), pero lo cierto es que emociona como ninguna otra serie o película puede emocionarte. Se suele alabar, poner en un altar incluso, los seis minutos finales acompañados del estremecedor Breathe Me de Sia, y es obvio. Sin embargo, no podemos quedarnos con eso: A dos metros bajo tierra ponía los pelos de punta de principio a fin con su capacidad para retratar con crudeza y un realismo asombrosos la vida y la muerte (en verdad, la muerte se incluye en la vida, disculpad la redundancia), los problemas y los dilemas que nos acucian y, en definitiva, la condición humana.

Que la muerte no es enemiga, sino una aliada fiel o que para vivir una vida feliz hay que ser honesto con uno mismo y no limitar nuestras posibilidades, vivir a calzón quitado, son conocimientos que, si no me ha enseñado A dos metros bajo tierra, sí me ha permitido afianzarlos. 


Bob's Burgers
Después del último capítulo de la serie anterior, sentí un vacío ciclópeo. ¿Qué veo yo ahora? ¿Cómo supero la conmoción que me ha dejado A dos metros bajo tierra? Intenté engancharme a The Wire, sin embargo, no hubo manera. Necesita comedia, reír ante todo o, al menos, sonreír, sin conformarme con el humor superficial de Padre de familia (que no digo que no me guste, que conste, solo que buscaba menos carcajada y más humor profundo, elaborado). Y, entonces, llegó Bob's Burgers. Un padre muy normal que saca adelante a su alocada familia gracias o a pesar de su pequeña empresa, su hamburguesería. Su esposa, algo alocada y con aspiraciones de éxito artístico que nunca alcanza; su hija mayor, una adolescente obnubilada con los culos de los chicos, los zombis y las fantasías eróticas con ellos; su hijo, un niño con inquietudes musicales, bonachón y algo marginado; y, por último, la hija pequeña, Louise, de ideas locas y egoísta hasta la médula. Con sus defectos y virtudes, con su humanidad rebosante es imposible no quererlos, sufrir con ellos, gozar de sus pequeños triunfos y amarlos. Le debo a esta animación de FOX una entrada, por cierto.

Mi vínculo con esta serie es estrechísimo. De mi verano de 2015 fueron los Belcher coprotagonistas. A veces acompañado, pero más bien pasando muchos ratos, muchísimos, a solas, descubrí que puedo disfrutar del verano y de la vida en general tanto en soledad como en compañía. Lo importante es la actitud, tener claro que la felicidad es solo una, pero que las vías para alcanzarla son múltiples y acaso infinitas. 

BoJack Horseman
Netflix cuenta con esta serie de animación protagonizada por un caballo, egoísta, cruel a veces y mujeriego, que se siente fracasado y un juguete roto al darlo de lado la industria de la tele después de haber sido de joven una estrella televisiva. El perdón, la honestidad, la frustración y la vida vertebran esta maravilla, que no destaca por unos ilustraciones delicadas y unas transiciones agradables a primera vista, sino por unos guiones fantásticos, que te envuelven en una alegría-tristeza que ponen los pelos de punta al final de cada capítulo.


El río del Edén (José María Merino)
Esta novela maravillosa te "obliga" cuestionarte los límites del amor de pareja, la profundidad del amor paternofilial, el concepto de felicidad, el modo en que plantear la maternidad y sus riesgos, etc. No me extenderé porque ya lo hice en la reseña que publiqué en agosto (http://elacantiladodelaspalabras.blogspot.com.es/2015/08/jose-maria-merino-el-rio-del-eden-resena.html). Es de esas novelas que te generan muchas más preguntas que respuestas, de esas que duelen, a pesar de sus tintes adánicos y su fino humor, de esas imperecederas, que te acompañan en el recuerdo o en la relectura a lo largo de la vida. Pese al dolor del que hablo, fruto de la honestidad y el realismo con José María Merino, que conocí en una maravillosa conferencia este año, aporta un deleite incuestionable. Devoré sus 300 páginas en dos días. Me guardo las reflexiones que extraje de esta novela intimista para no destripar la trama. 

En la tierra de en medio (Rosario Castellanos)
Fue a finales de 2014 cuando descubrí la poesía de Rosario Castellanos y fue un flechazo, porque los flechazos también se dan en poesía. Poesía no eres tú, su obra poética completa, resulta un goce sin parangón. Ahora bien, como el poemario En la tierra de en medio no escribió otro. Esa ironía suya subversiva, ese humor tan distante de lo superfluo y tan cercano o tan dentro de la emoción y la defensa de la mujer y del indígena estremecen, porque Rosario Castellanos fue una intelectual, una diplomática, una poeta y, ante todo, una mujer honesta capaz de unir inteligencia y pasión con un grado inusitado de goce estético y solvencia.


King (Years and Years)
Si Bob's Burgers protagonizaron mi verano, también lo hicieron este joven grupo británico y su álbum Communion, que reseñé hace unos meses (http://elacantiladodelaspalabras.blogspot.com.es/2015/08/years-years-communion-resena.html). Tal vez desluce esta lista, porque en cuanto a calidad y trascendencia, no está a la altura del resto de obras. No sabría decir cuántas veces he escuchado King ni tampoco cuánto he disfrutado de este tema, y eso quizá es lo esencial. No me preocupa tener buen gusto o no. ¿Qué es el buen gusto, por cierto? A uno le gusta lo que le gusta y no hay un porqué. No creo en lo bueno y en lo malo, estas etiquetas me parecen infantiles. Esto, sin embargo, no quita que uno deba ser capaz de discernir lo elaborado de lo menos elaborado, lo atemporal de lo pasajero, lo original de la copia, etc. 

Lazarus (David Bowie)
Incluir en esta lista a un artista, ¿qué digo?, un artista inmenso "Often Copied Never Equalled" (como decía la línea promocional de Scary Monsters) puede pareceros una aberración. ¿Dos décadas para descubrirlo? Antes de 2015 había escuchado unas diez canciones, las más populares. Pero ha sido este año cuando me he enganchado a su música. Estoy descubriendo unos temas atemporales, emocionantes y capaces de asombrarme, porque Bowie se ha reinventado disco a disco. Absolutamente camaleónico. Prefiero saborear cada disco sin saturarme, por eso he escuchado unos pocos: The Next Day, Heathen, Let's Dance y Station to Station. Y este descubrimiento se lo debo a los dos singles de Blackstar, el álbum, su vigésimoquinto, que lanzará al mercado el 8 de enero. Estoy hablando de "Blackstar" y el impresionante "Lazarus". Especialmente este último es un pasaporte al éxtasis indudable. Escucha.


Nadie nos recordará (Amaral)
Tengo pendiente una reseña del séptimo disco de Amaral, del que os adelanto que me siento muy satisfecho. Cierto es que es un álbum que precisa de escuchas para situarlo en el nivel que merece (notable alto) como cierto también es que resulta algo plano al escuchar los catorce cortes de un tirón, una pena si tenemos en cuenta la rica instrumentación y los matices con que cuenta. Líricamente tampoco es el mejor, aunque los temas que abordan y el enfoque, más maduro que en discos anteriores, me satisfacen como nunca. Realmente me identifico mucho con ellos. Principalmente con Nadie nos recordará, si no la mejor canción de los zaragozanos, una de las mejores. La melodía, la instrumentación, la voz de Amaral, emocionante como nunca, el buen hacer de Juan Aguirre, en definitiva, todo me sobrecoge. 

Estoy de acuerdo con la letra: al morir nadie nos recordará, antes o después acabamos olvidados: es cuestión de tiempo, y aquellos cuyos nombres y apellidos resisten al paso del tiempo de algún modo también son olvidados: solo quedan algún apunte biográfico, quizá, y sus actos, sus obras, y estas perviven con vida propia, despojadas de la sombra de quien las trajo al mundo. La vida propia no puede depender de la conciencia ajena. La vida depende de quien la vive y del amor que siente y que está dispuesto a sentir.


Quién lo diría (Eloy Sánchez Rosillo)
Como se me hace extraño valorar la obra de un poeta que ha sido mi profesor en la universidad, pasaré de puntillas. De hecho, no leí su último poemario con el fin de analizarlo, sino de disfrutarlo y de releer sus poemas varias veces en voz alta, para disfrutar de toda la musicalidad de sus versos. Y cabe decir que lo disfruté mucho, pues sin duda se halla a la altura de sus mejores poemarios, como La vida o La certeza, quizá incluso diría que me ha gustado más que estos. Dado el buen sabor y la emoción de estas lecturas, ahora mismo estoy inmerso en sus obras de corte elegíaco, que conforman la primera mitad de su obra. 

Quién lo diría conceptualiza el modo de vida, el asombro, y la actitud vital con que acabo este año. Encuentro en mí un nuevo giro vital. No digo que este libro haya sido el artífice, porque no lo ha sido, sino que ha sido una ayuda y un acompañante ejemplar en estos cambios que estoy experimentando. En EL CULTURAL podéis leer una crítica http://www.elcultural.com/revista/letras/Quien-lo-diria/37257 .

Todo se desmorona (Chinua Achebe)
Junto con A dos metros bajo tierra es la obra que más me ha conmovido y afectado este año y con una gran diferencia. Es mi primera novela africana, una novela de unas 200 páginas acerca de la colonización por parte de los ingleses, que contrapone dos modos de vida, el anterior a la llegada de los colonos y la posterior. Enfrenta la tradición y el cambio, o el individuo como una pieza más de la sociedad, en su función social, o el individuo en sí mismo, en su individualismo. Plantea, así misma, el concepto de masculinidad y el patriarcado. Conocí la existencia de esta maravilla gracias a una clasificación de los 100 mejores libros de la literatura. A no ser por ella, me habría perdido una novela asombrosa, la mejor en mi opinión después de El Quijote, aunque, claro, me queda tanto por leer como para hacer tal aseveración que quizá debería reservármela. Un mundo tan lejano a mi vida y capaz de atravesarme el alma. Dejo un fragmento estremecedor:
Todos los años le dijo con tristeza, antes de sembrar nada en la tierra, sacrifico un gallo a Ani, la dueña de toda la tierra. Esa es la ley de nuestros padres. Sacrifico también un gallo en el santuario de Ifejioku, dios de los ñames. Arranco la maleza y la quemo cuando está seca. Siembro los ñames después de la primera lluvia, planto las varas en cuanto aparecen los bejucos tiernos. Escardo malas hierbas…
¡Guarda silencio! gritó la sacerdotisa, con una voz terrible, que retumbó en aquella hueca oscuridad. No has ofendido ni a los dioses ni a tus padres. Y cuando un hombre está en paz con sus dioses y sus antepasados, su cosecha será buena o mala según sea la fuerza de su brazo. Tú, Unoka, eres famoso en todo el clan por la debilidad de tu machete y de tu azada. Mientras tus vecinos salen con sus hachas a talar bosques vírgenes, tú siembras tus ñames en tierras agotadas fáciles de limpiar. Ellos cruzan siete ríos para preparar un campo, tú te quedas en casa y ofreces sacrificios a un suelo renuente. Vuelve a casa y trabaja como un hombre. ACHEBE, Chinua (2010 [1958]). Todo se desmorona (trad. José Manuel Álvarez Flórez) Barcelona; Debolsillo, 6ª edición.

Por cierto, quería agradecer a DeBolsillo la publicación de esta novela y, por supuesto, del resto de novelas que tradujo en 2010 de este autor.

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2015 ha sido esto y mucho más. Ojalá alguna de estas obras artísticas os pueda llegar tan hondo como en mí lo han hecho y que formen parte de vuestro 2016. Gracias por leerme y, sobre todo, os deseo que disfrutéis con la mayor de las alegrías de esta Nochevieja y que vuestro 2016 sea igual de feliz o, incluso, más como el instante que con mayor emoción y felicidad guardáis.  

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