sábado, 17 de diciembre de 2016

Maravillas apenas conocidas de David Bowie (1993-2016)


Quería homenajear a David Bowie aprovechando una efeméride: el 17 de diciembre de 2015 se publicó Lazarus, el segundo single de . Puede que, dentro de su discografía no sea el tema más relevante ("Blackstar" es un tema mucho mejor), pero le tengo especial cariño porque con él comencé a bucear en su carrera, más allá de lo que venía haciendo, esto es, de disfrutar de sus clásicos, el maravilloso Station to Station y "Blackstar" el no menos maravilloso primer single de su último álbum, titulado igual que el single. 

Me he animado a hacer una lista con las canciones más sobresalientes de su carrera en los últimos 25 años, intentando escoger canciones no singles o temas que, si bien lo fueron, no gozaron de la popularidad merecida. La razón es doble. Por un lado, en la gran mayoría de listas que he encontrado en Internet aparecen los grandes clásicos y nunca aparecen otros temas imprescindibles, porque, obviamente, hacerle sombra a "Life on Mars?", "Heroes", "Starman" o "Ashes to Asthes" es complicado –aunque, personalmente, mis canciones favoritas de Bowie son "Teenage Wildlife", "Valentine's Day", "Jump They Say", "5.15 the Angels Have Gone" y "China Girl". Por otro lado, es hora de que se reivindique el último periodo de Bowie: hay más vida después de Scary Monsters (1980). 

Os invito a conocer mis propuestas y, por supuesto, a comentar cualquier cosa que queráis. Podéis hacer vuestro listado, sugerir alguna canción para añadir, etc.

★ (2016): 'Tis a Pity She Was a Whore
(o Blackstar) fue el último álbum de David Bowie. Desde luego, su fallecimiento dos días de la publicación del álbum influyó en la magnífica recepción del álbum: se agotaron los vinilos, no hubo medio de comunicación que no interpretara las letras del álbum y, sobre todo, los videoclips de los dos primeros singles, Blackstar y Lazarus, en busca de mensajes ocultos sobre su muerte... Algunos consideran que, de no ser por la muerte de Bowie el 10 de enero, no habría recibido una acogida tan calurosa; es cierto que ayudó, pero no podemos ni debemos olvidar que la crítica musical y los seguidores de Bowie –a los que me sumé con Lazarus hace hoy justamente un año– estaban encantados con los dos primeros adelantos del disco y el propio disco en sí, una vez que se filtró el 1 de enero. Entre los siete cortes, aparte de los dos anteriores y el sencillo póstumo, I Can't Give Everything Away, destaco "'Tis a Pity She Was a Whore". Después de "Sue" es la canción más caótica del disco, más anárquica, aunque no tanto como la versión de 2014. Es un tema que fusiona jazz y rock, con referencias a una obra teatral del siglo XVII de John Ford. La voz de Bowie rivaliza por el protagonismo con el saxofón de McCaslin, desquiciado, juguetón y responsable de aportar ese punto histriónico de la trilogía berlinesa. Esta canción está a caballo entre lo vanguardista de Low y los sonidos jazzy de Aladdin Sane y Black Tie White Noise, que aportan la elegancia a un tema, en cierta manera, excesivo, una elegancia que, por cierto,  no pierde en ninguno de los siete cortes.



THE NEXT DAY (2013): Valentine's Day
Después de 10 años de parón musical y sin esperarlo nadie, regresó Bowie con "Where Are We Now", que evocaba lo mejor de la trilogía berlinesa –solo hay que ver el videoclip y las referencias a Berlín en la letra–, pero con el abatimiento o, mejor dicho, la nostalgia que Hours... irradiaba. Una canción maravillosa, sin duda. Sin embargo, había una mucho mejor o, si no mejor, más disfrutable y fresca: Valentine's Day. Parece que llegó tarde: de haberse publicado 40 años antes, en la etapa glam del de Brixton, en Diamonds Dogs o, incluso, en Ziggy Stardust, este tema se codearía en los recopilatorios con Life on Mars?, Sweet Thing, Starman o Rock 'N' Roll Suicide. Es más, la prefiero. Valentine's Day retuerce la imagen de Cupido hasta convertirlo en un ser demoníaco, terrorífico. No podría contar con unos arreglos y un desarrollo más acertados, que desembocan en un final que quita el hipo, emocionante y terriblemente nostálgico. 



REALITY (2003): New Killer Star y Days
Reality es un disco pretendidamente moderno y directo. Bowie recupera la inmediatez de Ziggy Stardust y la estridencia de Scary Monsters, pero con una ejecución absolutamente distinta. New Killer Star, primer single, posee un riff y una melodía arrebatadores, más próximos al pop-rock que al rock. Es de esas canciones que incendian estadios, que levantan del sillón al más tímido... Y, por suerte, no cae en los vicios nostálgicos y facilones de la mayoría de leyendas del rock, en especial, en la autocomplacencia. David no recicla fórmulas: New Killer Star suena hija de su tiempo, no repite patrones de los 70 o los 80, tampoco estaba arreglaba para que sonara actual, a 2003, porque trece años después suena tan vigente y fresca como en aquella época o más. 


No puedo dejar de recomendar "Days", un medio tiempo evocador con unos arreglos tropicales y, en cierto modo, estridentes, herederos de "A New Career In A New Town" y padres de los de "How Does the Grass Grow?". Una de las joyas de sus últimos trabajos.


HEATHEN (2002): Sunday, 5.15 the Angels Have Gone y Everyone Says 'Hi'
Continúo con Heathen, uno de mis cinco álbumes favoritos de Bowie. En él retoma la vertiente de rock más clásico. Ahora bien, esto no significa que no haya experimentación; todo lo contrario, las doce canciones juguetean con el ambient y la electrónica. En cierto modo, es un Ray of Light rockero: Madonna se sirvió de la electrónica para trabajar desde otra perspectiva las texturas pop; Bowie hizo lo mismo desde el rock. 

"5.15 the Angels Have Gone" es una canción mágica que cuenta la historia de un hombre que una vez encontró el sentido de su vida y que, tras perderlo, lo busca incansablemente sin éxito. Todos, en algún momento, nos hemos sentido perdidos, desorientados; escuchar este tema, tan pausado y con un desarrollo ascendiente, con un buen equipo de música conduce, simplemente, al éxtasis. Con eso lo digo todo. A esta proeza Heathen le debe mucho a los músicos de la élite que Bowie contrató. Es increíble lo definido y la profundidad del sonido así como las distintas capas y los efectos catorce años después de su publicación. 


De "Sunday" puedo decir lo mismo. En esta se acentúa más la fusión del rock con el ambient. Escuchar "Sunday" debe de ser lo más cerca a una experiencia mística que muchos de nosotros vamos a estar. Su contención deliciosa, Bowie pronunciando cada palabra con una elegancia nunca vista y con tanta emoción... Saboreando cada palabra, reflexionándola. Sencillamente enorme. Estas dos canciones solo puedo valorarlas desde la emoción.


Everyone Says 'Hi' comenzó a entusiasmarme tras la muerte de Bowie, me reconforta. Aborda el tema de la muerte con tanta naturalidad y un lirismo tal que alivia, aparte de suponer un verdadero goce estético.


HOURS... (1999): Thursday's Child
Hours... es un disco menor, muy disfrutable, pero menor. No debería ser una de las prioridades para un principiante en la Bowie. Fue uno de los últimos discos que descubrí. Entre los diez temas, entre los que se hallan baladas, algo de heavy, un poco de experimentación y Thursday's Child. Es un tema lento, con una cadencia pausada. Su ritmo quizá te haga pensar en la banda sonora de una peli erótica o de una escena de cama de cualquier serie. No obstante, detrás de esa primera impresión, hay un señor tema, que reflexiona sobre el paso del tiempo y el amor como remedio ante la inadaptación o la incomprensión de la sociedad de nuestro tiempo ("Maybe I'm born right out of my time", dice uno de sus versos).


EARTHLING (1997): Seven Years in Tibet y I'm Afraid Of Americans
Aunque este ejercicio de Drum 'n'bass no tenga canciones especialmente emocionantes, me atrae mucho Earthling –a la par que me divierte por su experimentación: combina el rock a la Bowie, en especial, el de Scary Monsters, con el Drum'n'bass, tan de moda en los noventa. "I'm Afraid Of Americans" es un corte redondo, el menos experimental de todos y, tal vez, por ello, es el tema que más vigente suena en 2016. 



Podría reivindicar "Little Wonder". Sin embargo, al haber tenido más repercusión, opto por un tema más desconocido: "Seven Years in Tibet". Un tema desconocido, fuera del círculo de los que conocemos de cabo a rabo la discografía de Bowie, desconocido no por cuestiones meramente artísticas: la combinación de rock, D'n'B con esas pinceladas de jazz, tan gratificantes después de las partes más agresivas e industriales, habría tenido una acogida más positiva si no fuera porque algunos perdieron el interés en Bowie con su estrepitoso fracaso artístico desde mediados de los 80 hasta la disolución de Tin Machine y muchos seguían esperando que el inglés viviera en un bucle infinito de composiciones como las de Hunky Dory. En el fondo, no encuentro tantas diferencias entre "Quicksand" y "Seven Years in Tibet": en cuanto a la estructura, es un "Quicksand" pasado por el Jungle. No lo encuentro tan alejado de "All The Madmen", por ejemplo.

1. OUTSIDE (1995): Outside y I'm Deranged
Uno de mis diez discos favoritos de Bowie. Recuperó la senda de la trilogía berlinesa, en parte gracias a Brian Eno, con quien no colaboraba desde Lodger (1979). 1. Outside es álbum fruto de la experimentación y la improvisación, repleto de rock industrial y conceptual: recrea un mundo distópico donde el asesinato puede ser arte. En él Nathan Adler investiga el caso de un asesino en serie para comprobar si los crímenes cometidos por este deben ser considerados arte o un vulgar delito. Outside es un disco marciano, con atmósferas opresivas, no demasiado melódico y con texturas jazzy, industriales, rock y pop que, en algunos casos, parecen desafiar la paciencia del oyente. Con todo, una vez que el oído se acostumbra, merece la pena: es un delicia. Recomiendo comenzar con "Outside" y "I'm Deranged". Es un disco que aún hoy sigue sonando actual, moderno. Al parecer, su producción en 1995 generó un gran impacto por los avances técnicos, su sonido era bestial, según he leído en blog. Ahora lo sigue siendo, pero los adelantos tecnológicos con que contó Heathen y Blackstar deslustran la producción vanguardista de 1. Outside




BLACK TIE WHITE NOISE (1993): Jump They Say
La década de los 80 fueron difíciles para Bowie en el plano musical. Tonight y Never Let Me Down solo pueden ser considerados anécdotas o pesadilla. Tin Machine, supergrupo que formó Bowie en 1989, tampoco fue gran cosa, salvo algún acierto del primer disco. Por suerte, llegó Black Tie White Noise e inauguró una década en la carrera de Bowie sin parangón: no está entre lo más celebrado, pero firmó cuatro discos totalmente distintos entre sí, experimentales e intimistas. Solo sitúo 1. Outside en su top 10. Black Tie White Noise es uno de los diez menos buenos, pero es que la discografía de Bowie resulta tan imponente que su posición no desmerece las bondades de este álbum. A ratos formidable a ratos ("I Feel Free", "Looking for Lester" o "Black Tie White Noise"), a ratos mediano. 

Destaco el primer single, "Jump They Say", en el que aborda la alienación de la sociedad, una sociedad deshumanizada que, al enfermo con tendencias suicidas, lo abandonan, lo tratan como un bicho raro y, en el fondo, lo incitan a que salte al vacío. Una canción muy crítica con la sociedad y dedicada a su hermanastro, pero también contagiosa, tremendamente contagiosa. Impagables los toques jazzy que recorren cada uno de los temas del disco, pero pocas veces la experimentación jazz sale también parada como en "Jump They Say", directamente la tercera canción que más me gusta de Bowie. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario