En esta nueva etapa del blog cada dos lunes publico una entrada sobre corrección idiomática, así que hoy toca abordar tres casos que tanto en la oralidad como en el habla escrita son muy frecuentes. Hoy plantearé las siguientes cuestiones: el plural de máster, los malentendidos que pueden surgir de un empleo erróneo del verbo tachar y el imperativo con pronombre personal.
MÁSTERES
No hace falta invertir mucho tiempo en encontrar problemas con el sustantivo máster: en el buscador de Twitter hay muestras para parar un tren. El origen de la incorrección idiomática surge del desconocimiento de que máster es un extranjerismo adaptado al español, por tanto, no hay necesidad de violar la norma de acentuación de las palabras llanas (toda palabra con la sílaba tónica en la penúltima se acentúa cuando acaba en consonante, siempre y cuando esta no sea -s o -n). Reconozco que adaptaciones al español como güisqui y rocanrol sean discutibles; de hecho, salvo en mis relatos, prefiero emplear la voz inglesa whisky y la locución rock and roll. Existe un componente cultural demasiado fuerte que favorece su uso. En el caso de máster no existe razón para no utilizar la adaptación, más allá del desconocimiento.
En el espacio académico se suele escuchar, incluso, el plural de máster siguiendo la norma de formación de plurales del inglés, esto es, masters. El plural adecuado es másteres por cuanto, de acuerdo a las reglas de los plurales en castellano, los sustantivos y los adjetivos acabados en -r acaban en -es a menos que una consonante preceda a -r.
TACHAR DE
Tachar significa 'Atribuir a algo o a alguien una falta'. Por tanto, en el uso recto de este verbo, dicho de otra manera, cuando no se utiliza desde la polifonía (citas, ironía, etc.), solo debería emplearse cuando el hablante considere negativa la cualidad que depende del verbo tachar. Por esta razón, me divierten los casos en que alguien asume con normalidad las ideas comunistas y denuncia su uso en cuanto descalificativo, como ocurre en esta noticia. Otro caso es "tachar de homosexual" para censurar la homofobia. En ese caso, me pregunto si se produce por desconocimiento del verbo tachar en el plano semántico o si existe algún tipo de prejuicio o de rechazo hacia esta orientación por la misma persona que lucha contra de la homofobia. Para ilustrar este caso, os paso el enlace de una entrevista. A todo esto, quería comentar las siguientes palabras del entrevistado: "me molesta cuando una administración pública hace algo totalmente vinculado a lo femenimo pero se invisibiliza a la mujer a través del lenguaje". Cada vez se extiende más la práctica del desdoblamiento, incluso en el ámbito académico, por la ignorancia. Rosario Castellanos y otras poetas de su generación, seguidoras del feminismo de Simone de Beauvoir rechazaban ser consideradas poetisas, porque consideraban que este término las discriminaba al incidir en el género de quien escribe. Los auténticos feministas, como esta magnífica poeta mexicana, apoyan a la mujer desde la palabra y no contra la palabra. Visibilizar a la mujer debería centrarse en cultivar una literatura, en su acepción amplia, donde la mujer se escriba a sí misma, no sea objeto, sino sujeto.
SENTAOS
Como en varias ocasiones he comentado, todos cometemos incorrecciones idiomáticas. Sin excepción. Unos días atrás escuché a un rector en una charla-coloquio decir a los asistentes que se habían quedado de pie: "sentaros por el suelo". En el habla coloquial es muy habitual, pero en contextos formales, como el ámbito universitario, también. Reconozcámoslo. Ahora bien, eso no es razón para dejar de emplear el imperativo con pronombre enclítico de manera apropiada. Los enunciados imperativos, a menos que vayan precedidos de la preposición a o en el texto instruccional (libros de recetas, manual de instrucciones, etc.) nunca se forman con un infinitivo. En el caso de la segunda personal del plural de sentarse, se forma a partir de la desinencia (senta-) con el pronombre enclítico os, variante de vosotros. Por tanto, son erróneas las formas sentarse o sentaros.
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